
En la India la música acompaña y envuelve, como en un capullo, toda la vida del hombre. El canto celebra las hazañas de los dioses, remarca las festividades, dicta el ritmo de las estaciones y trae alegría en los trabajos del campesino, del barquero o del vendedor de camellos.
La música india, en un principio estructurada en tan solo tres notas, luego cinco, luego siete, se amplió sucesivamente con los semitonos; hoy la melodía se construye en una escala de veintidós micros tonos y crea interminables gamas de variaciones musicales.
Es una música distante de la tradición occidental, pero con una sugestión cautivadora y misteriosa. También el arte del baile en la India tiene sus raíces en la antigüedad, como demuestran las esculturas y las pinturas de hace más de 4000 años. La danza siempre ha sido una forma de devoción y expresión de sentimientos y emociones, nacida de las religiones y compuesta, sobretodo, por la amplia tradición hindú.
El baile indio se manifiesta en tres aspectos: movimientos del cuerpo ejecutados simplemente por su belleza y gracia; expresión de la cara y muecas codificadas, que quieren transmitir un significado o introducir un tema; otras expresiones de la cara y movimientos de las manos, combinados con el uso de las palabras que introducen elementos del drama.
La técnica de la danza emplea todo el cuerpo, desde el músculo más pequeño de los párpados, hasta la cara, el tronco, las manos y los pies; el gesto de una sola mano, o de ambas, siempre quiere comunicar una determinada imagen. Sin embargo, la técnica siempre deja espacio a la improvisación, y quien baila tiene que aportar algo a la interpretación creativa con los movimientos del cuerpo, el canto y las palabras, los trajes y complementos, los estados de ánimos y las emociones.
No solo debe expresar sentimientos, sino que debe transmitirlos a los espectadores. Por eso quien presencia el baile tiene que conocerlo al igual que su ejecutor. Así vuelven a cobrar vida las antiguas leyendas y las tradiciones de siglos, en un complejo ritual difícil de entender, pero que os emocionará y os hará vivir una experiencia apasionante. Gracias también a los sonidos del sitar, de las flautas y tambores, al susurro de los trajes de seda, al resplandor de las joyas y al sonido de las campanillas atadas a los tobillos.
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